viernes, 1 de enero de 2010

Primera música y primer poema de 2010. El tema de Miles lo he seleccionado. El poema me ha seleccionado... Así son las cosas a veces.
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DIRÉ cómo nacisteis, placeres prohibidos,

Como nace un deseo sobre torres de espanto,

Amenazadores barrotes, hiel descolorida,

Noche petrificada a fuerza de puños,

Ante todos, incluso el más rebelde,

Apto solamente en la vida sin muros.

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Corazas infranqueables, lanzas o puñales,

Todo es bueno si deforma un cuerpo;

Tu deseo es beber esas hojas lascivas

O dormir en ese agua acariciadora.

No importa;

Ya declaran tu espíritu impuro.

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No importa la pureza, los dones que un destino

Levantó hacia las aves con manos imperecederas;

No importa la juventud, sueño más que hombre,

La sonrisa tan noble, playa de seda bajo la tempestad

De un régimen caído.

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Placeres prohibidos, planetas terrenales,

Miembros de mármol con sabor de estío,

Juego de esponjas abandonadas por el mar,

Flores de hierro, resonantes como el pecho de un hombre.

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Soledades altivas, coronas derribadas,

Libertades memorables, manto de juventudes;

Quien insulta esos frutos, tinieblas en la lengua,

Es vil como un rey, como sombra de rey

Arrastrándose a los pies de la tierra

Para conseguir un trozo de vida.

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No sabía los límites impuestos,

Límites de metal o papel,

Ya que el azar le hizo abrir los ojos bajo una luz tan alta,

Adonde no llegan realidades vacías,

Leyes hediondas, códigos, ratas de paisajes derruidos.

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Extender entonces la mano

Es hallar una montaña que prohíbe,

Un bosque impenetrable que niega,

Un mar que traga adolescentes rebeldes.

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Pero si la ira, el ultraje, el oprobio y la muerte,

Ávidos dientes sin carne todavía,

Amenazan abriendo sus torrentes,

De otro lado vosotros, placeres prohibidos,

Bronce de orgullo, blasfemia que nada precipita,

Tendéis en una mano el misterio.

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Sabor que ninguna amargura corrompe,

Cielos, cielos relampagueantes que aniquilan.

Abajo, estatuas anónimas,

Sombras de sombras, miseria, preceptos de niebla;

Una chispa de aquellos placeres

Brilla en la hora vengativa.

Su fulgor puede destruir vuestro mundo.

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Luis Cernuda, «Diré cómo nacisteis», Los placeres prohibidos (1931)


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