Sigo en el camino de pensar en el tiempo y he descubierto el Mediterráneo: a la postre son pocas cosas las que importan: nacer, descubrir, morir. He elegido el indefinido «pocas» para que cada cual pueda hacer su particular lista... El «descubrir», para mí, es encontrarse con cosas que te transforman de una u otra manera: el amor, la política (es decir, el descubrimiento del otro y de los otros. Y ahora se me ocurre, ¿podría darse lo uno sin lo otro? No. Seguro que no) y la literatura. Los tres elementos que configuran este pequeño universo que cabe en el vacío casi.
.....Pocas las personas que provocan en ti una transformación real. Por desgracia, casi siempre pasan desapercibidas (dice Nacho Vegas en una de sus canciones: «¿Por qué para ser feliz es preciso no saberlo?»). En mi caso, hay varias que sé que me marcaron el camino sin pretenderlo y sin que yo me diera cuenta.
.....La primera es la señorita Encarna, mi maestra de párvulos, a la que, cada vez de forma más nítida, recuerdo guiándome la mano para hacer la «a» (y, en este momento, las tendencias pedagógicas me importan poquíííííísimo). Llevaba una bata azul. A mí esto siempre me llamó la atención porque las otras «seños» pertenecían a la orden de las batas blancas...
.....Otro es «el Nano», Joan Manuel Serrat (ya me andaban preguntando mis amigos que cómo todavía no lo había mencionado... «Id vosotros a buscarla, que yo ya la llevo dentro...»...). En febrero del año 76, yo cumplí doce años, me regalaron una máquina de escribir por mi cumpleaños, en junio murió mi padre y en verano yo me tecleé todas las canciones de Serrat. Díganme adónde se va con una educación sentimental de este calibre...
.....Y otro es Paco Ibáñez, que me puso delante la conciencia y la soberbia de clase. En una cinta philips regrabada de la regrabación de la grabación de una segunda grabación, tomé conciencia de que lo que yo sentía frente a algunas cosas tenía un nombre: injusticia. Fue por culpa de las imágenes que creaba a partir de un villancico de Gloria Fuertes que canta Paco: «San José tiene taller y es la portera María. Vengan sabios y doctores, a consultarle sus dudas, el niño sabelotodo, está esperando en la cuna...». Y de lo que marcaba la diferencia de mis muñecos con otros muñecos: «Hace mucho el dinero, mucho se le ha de amor, al torpe hace discreto y hombre de respetar...» antes de saber quién era Juan Ruiz, arcipreste de Hita. La grabación del Olympia de París, claro. Y ahora, 40 años después de aquel concierto, viajamos a París. De nuevo. Porque nueva suena su voz que acompaña como nadie la voz de la verdadera poesía, la que escuece cuando se dice, la que cuesta sacar porque busca un refugio ahí, al fondo, para que tanta brillantina no la enceguezca... La voz que deja que se oiga la respiración y su dificultad, que es ronca y poca voz que atrona el sentimiento. Y porque Paco, con tanta mezquindad e injusticias vividas, ha protegido su conciencia y su oficio, su mester en el más amplio sentido de la palabra, y todavía no logro saber cómo lo ha conseguido. Pero... mis respetos, señor.
.....Hay más, claro, pero otro día. Buenas noches.
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