yo me saldría del sueño
rajándome los párpados
hasta encontrar mi sangre,
pues sé que aunque mi cuerpo
carece ya de entrada,
aun sin piel, con tus besos
se enciende bajo el aire.
.
Yo no sé si esta yedra
que cuelga de mi nuca
es que una fuente mana
por detrás de mi sombra,
pues he perdido el tacto
al mudarme de suerte,
como se pierde el agua
al mudarse de ropa.
.
Ahora ya no sabría
si espalda o si tristeza.
—Mi silencio es un huerto
sin ojos y sin labios—.
Ahora la luna, el pulso
y la piedra están ciegos,
porque tan sólo un nombre
ya bajo el sueño hallo.
.
Pero sin cuerpo, ausentes,
—¡qué prisión el Espacio!—,
dentro de mí aletean
tus manos como pájaros.
Si tu voz me llamara,
desnudo, en sueño o muerto,
abriéndome de un grito,
a ti saldría de un salto.
.
«Oración», Emilio Prados, en Cuerpo perseguido, Barcelona, Labor, 1971
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