Y sin embargo
no abandonaste nunca el campo
a lo que te agredía y rehusaba;
jamás cediste
al insistente acoso
de las estrellas cada vez más próximas
ni hurtaste el cuerpo a sus lanzadas.
Para vencer el miedo
te aliaste con el miedo,
lo hiciste tuyo,
te amparaste en su turbia compañía.
Librarte de él hubiera equivalido
a renunciar a la esperanza
y eso jamás lo hiciste.
Aunque bien sabías
que es la esperanza la que engendra el miedo.
«Glosas en homenaje a C.R.» (IV), Ángel González en Otoños y otras luces (2001)
Nota: Las siglas C.R. corresponden al poeta Claudio Rodríguez, compañero de generación (o, como ellos preferían, grupo poético de los años 50)
No hay comentarios:
Publicar un comentario