He visto, por fin, Déjame entrar. Hasta ahora me había resistido porque tanta recomendación me hacía sospechar...
.....Debe de ser algo que está en mis ojos (en mi mirada) y que probablemente no tenga su correlato objetivo, pero he tenido sensaciones parecidas a cuando leí La soledad de los números primos. Desde mi perspectiva, es la historia de dos monstruos (al igual que ya comenté del libro) pero esta vez, como no quiero que la jefa se enfade, voy a intentar explicar lo que (para mí) significan los relatos de monstruos. Los monstruos, desde mi ombligo, no son personajes negativos, sino seres que viven al margen y, lo que es más importante, sabiendo que son diferentes y sufriendo por ello: Bomarzo, El obsceno pájaro de la noche, el Minotauro (menos mal que después llegó Cortázar y le hizo poeta en Los reyes), Quasimodo...
.....En el caso de Déjame entrar, la soledad de los dos niños se muestra enmarcada en el frío de Suecia y en un ambiente degradado, agresivo y también solitario que se nos muestra a través de pequeños gestos (la mirada de Oskar a su padre cuando éste saca la botella para beber con su amigo, por ejemplo. La propia mirada tristísima del padre...; la conversación de la madre por teléfono -pura histeria-; las conversaciones de los vecinos en el bar; el vecino de los gatos...).
.....Me ha gustado porque narra un encuentro y porque es profundamente evocadora de las búsquedas inquietantes de la infancilescencia...: «¿Quieres que vayamos en serio?», porque la cámara observa y cuenta sin juzgar y porque el director no se «la coge con papel de fumar» (con perdón). Quiero decir, que no utiliza el lenguaje políticamente correcto de «dialogar los conflictos» (creo, incluso, que hay una crítica, sutil, a los psicólogos...). En una sociedad así, donde nadie puede ni quiere protegerte, tienes derecho a devolver el golpe (¿o acaso han olvidado la escena de Quasimodo intentando acogerse «a sagrado» mientras lo linchan?)
.....Si no fuera una película «de vampiros», diría que se trata de una película realista que podría estar firmada por Ken Loach, por ejemplo... No aparecía (o yo no he sabido ver) la Suecia de Ikea (claro que todo pasa en 1982...)
ay, Ali, cómo mola esta peli. a mí me parece un ACIERTO la elección de la niña actriz, la película sin ella sería bien distinta. el ambiente es una mezcla de un Truffaut-Kaurismäki, esa sordidez nórdica y más específicamente finlandesa. Inma va a dejarme el libro, voy a leérmelo.
ResponderEliminarda miedo: no la puedo ver a mi me ciega el miedo y no soy nada capaz de analizar estas películas. ¿te conté que vi la primera mitad del orfanato y tenía tanto miedo - a medio día - que ni pude ir al baño sin el perro al lado? acabo de ver la clase, en cambio, y me encantó. lo que más me gustó era ver cómo funcionaban (en líneas generales claro) los colegios franceses. no sé si distan tanto del sistema español pero sí bastante del americano.
ResponderEliminarArpo: totalmente de acuerdo con la niña-actriz y sus ojitos de pez triste... La sordidez... ¿recuerdas la escena en la que están la pareja del bar durmiendo sudando?... ¡Uff!
ResponderEliminarElli: me vas a llamar exagerada, pero a mí, concretamente, me dio muchísimo más miedo (y una tristeza que, te juro, me produjo dolor de huesos)lo que pasa en La clase. Porque no creo en vampiros...
no creo que sean la misma sensación tanto para caber dentro de la misma palabra. son parecidas, como el amor y la añoranza, pero no lo mismo (aunque injeridas)...
ResponderEliminarQué chulaaaaaa!! Bienvenida sea esta nueva mirada de los vampiros! Protagonistas niños (los dos), suburbios del frío Estocolmo frente a castillos del este de Europa o palacetes de Nueva Orleans, uñitas sucias en vez de uñacas puntiagudas. Nada de capas, nada de ataúdes, y esas "pistas" tan de agradecer que confían en las conclusiones del espectador. Lugares comunes, los justos y bien encajados, yo creo.
ResponderEliminarA mí me ha encantado la entrañable torpeza de la relación "carnal" entre Oskar y Eli(y no creo que sea por inexperiencia de los pequeños actores), que no llega a ser ni embrión de lo tradicionalmente atribuido a los no-muertos: la sensualidad, la sexualidad, el irresistible atractivo de lo que fue humano y ahora es… otra cosa ¿Cuánto tardaría un ser "adulto", vivo o no-muerto, en darse la vuelta si su amad@ entra en la cama desnud@? ¡Pero si se abrazan como quien abraza un tronco de árbol, po’favó! Se nos da lo que necesitamos saber: el morse, el juego de manos a través del cristal de una puerta, los secretos del Cubo de Rubick…
Sí, Ali, mucha soledad, mucha tristeza... Por ejemplo: propongo contar los personajes (en total, con extras) que aparecen a lo largo de la peli. Encima, los encuentros de noche, silencio, el entorno de Oskar, ¡no digamos de Eli! Qué tía, tan púber y cómo se encarama a un árbol o a sus víctimas: como un bicho, que es mu’malo, el hambre.
Y, el director, conoce el concepto de “explícito”? Para mí, ni falta que hace. Para no seguir reventando la peli, sólo otra cosa: imagináos la “ayudita” final de la nueva amiga de Óskar en una peli más comercial….
Ah! (y ya, lo prometo): él, rubito nórdico, y ella, morenita ¡a saber de dónde viene, que “doce” años dan para mucho viaje!
¡Joder, Moni!... Deja de trabajar, nena, que te sientan muy bien las vacaciones (por lo menos, en cuanto a comentario cinematográfico se refiere y según mi humilde opinión...)
ResponderEliminarClaro, que también he de reconocer que algo de vampiro (o de murciélago, como diría mamá) tienes... Vamos, que te pone el tema (y se te nota)
Lo de que es mu'malo el hambre me ha recordado aquello que dijo un torero (lo siento, no recuerdo quién y no tengo a Ricardo a mano... de que "más cornadas [que los toros, claro] da el hambre"..)
Me ha encantado el comentario, hermana: gracias.
y hoy en elpaís.com/articulo/revista/agosto/vampiros/viven/elpepirdv/20090806elpepirdv_1/Tes
ResponderEliminar