domingo, 11 de marzo de 2012

Pero esto sólo me pasó a mí...

La primera vez que oí y vi a David González fue en la Semana Negra de Gijón (debía de ser 2001 o 2002...). Y no hice caso, porque lo presentaron como poeta social. Como a mí los apellidos en poesía me producen sarpullido, no lo leí. ¡Toma filología!...

Después un amigo lo invitó a una lectura en Madrid, a la que no asistí porque me parecía que David realizaba una exhibición innecesaria de sus tatuajes carcelarios y a mi eso me parecía una (pobre) provocación... Pero, en aquel momento, el virus filólogo (o tal vez fuera tan sólo la más humana curiosidad o, más simplemente todavía, que las cosas que tienen que pasar pasan y que nada llega la víspera) se hizo presente y... compré un libro de David González (En las tierras de Goliat), leí «La autopista». Y me entraron ganas de darme cabezazos contra la pared por prejuiciosa, pero sobre todo por haberme perdido lo que, en aquel momento, me pareció una interesantísima forma de expresión. Me encanta, por ejemplo,  la utilización de la conjunción copulativa y cortada por espacios en blanco que, al mismo tiempo que niegan su función de unir, la hacen más intensa. Paradoja de las paradojas, ya, pero... así lo siento. Tal vez esté equivocada... El quiebro en las palabras que es expresión de la duda, la rabia o el amor (según el caso).

Desde entonces lo sigo y, por supuesto, no me pierdo sus lecturas en Madrid. El otro día les leí a mis alumnos «TNT» (aprovechando que estábamos dando el Modernismo, jejeje...). Y les gustó. Mucho (tampoco era la primera vez que lo escuchaban, porque les había leído antes otros poemas de él). Tras el significativo silencio que se produjo (que mira que ya es...) dijeron varias cosas:

Dn: ¿Y éste está vivo?
D: Claro, y ahora nos dejas a nosotros así...
J: A mí éste me gusta más que Rubén (Darío, claro)
A: Es que tiene más que ver con lo que nos pasa a nosotros...
Varios: Lee otro, profe, por favor...

Y les dije que era amigo mío y que vendría a finales de mes a presentar el libro y que yo le preguntaría si podría venir al insti a leerles algunos poemas... Así que nada, aquí me ven, usando y abusando de la conjunción copulativa y...

Y cómo ha crecido y cómo crece David en cada nuevo poemario...

de escapulario

          escalera real de color:

         esa es la mano
         que todos pretenden:
         a la que todos aspiran:
         nosotros también:

         escalera real de color:

         le pedí tres naipes al crupier
y       los miré sin pestañear:

         diabetes insulinodependiente:

         malditismo poético:


y       pobreza de medios y recursos:

         desde entonces, ya no aspiro:
         espero
         al pie de la escalera

         otra mano:

         ¿la tuya:




he aquí tu mano que surge de los escombros:
margaret atwood

David González, No hay tiempo para libros (Nadie a salvo), Madrid, Origami, 2012

... Y una entrevista que le hizo Sofía Castañón en El sillón Voltaire...

1 comentario: