lunes, 9 de diciembre de 2013

Vampiros (pero sin estilo, que es lo peor)

Pues resulta que como yo no he parido, cierta forma de eso que llaman dar vida (biológica, me refiero) la basé en donar sangre. Qué quieren que les diga, mi narcisismo se sentía satisfecho al saber que a alguien le servía mi sangre, cierta forma de mi vida... Y el otro día, cuando escuché la noticia de que la Comunidad de Madrid cedía todo el proceso de la donación (aquí, la noticia en ABC para que no me tachen de sectarismo) a la Cruz Roja, decidí que nunca más con Cruz Roja. Muy encomiable su labor, no lo dudo, pero, al fin y al cabo, una organización privada, con trabajo fundamentalmente voluntario, que se sustenta con las aportaciones de los socios y las campañas que realiza. Entre ellas, la archiconocida fiesta de la banderita a la que asisten anualmente las señoras de la familia real (imputada incluida... ¡Ah, no, perdón, que inventaron para ella el término desimputada!).
     Y es que cada vez veo más vampiros, lo cual me alegra porque eso me acerca a mi adorado profesor, Julio Rodríguez Puértolas, experto en vampiros... Pero nosotros, tan pegados a la realidad en otros aspectos, este asunto lo dejamos a la literatura. Porque la vida no admite (no debe admitir) transaciones. Si alguien quiere chupar sangre, que se compre un ataúd y viaje a Transilvania, pero que deje las transfusiones en solidaridad.
     Y, lo que son las cosas, recuerdo que, cuando era pequeña, había un alcohólico en el barrio que... vendía su sangre para comprar vino (supongo que esto era una exageración de las lenguas del barrio, pero así lo decían). Y me doy cuenta, derivado de aquí, de nuestra frágil memoria. De nuevo habrá que recordar que ciertos derechos, cierto bienestar, cierta salud, fueron adquiridos a base de lucha. Y que el proceso de desmantelamiento de lo público y de pérdida de derechos no tiene vuelta atrás. Que lo teníamos y que nos lo estamos dejando arrebatar...
     Por supuesto, huelga decirlo, seguiré donando. En los hospitales públicos. De forma directa. Bastantes intermediarios hay en mi vida para que los haya también en mi sangre. Váyanse a...


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