jueves, 12 de diciembre de 2013

Sí, creo en los ángeles (VIII)

El 2 de octubre de 2007, defendí mi tesina en la UAM. Era un acercamiento a la mágica desorientación de Felisberto Hernández y su despresencia en la literatura hispanoamericana... Él está donde debe: en la mirada al sesgo, en el otro lado, en la percepción de esa dimensión que sólo ven los ojos-pez...
 
Pero no quería decir esto. ¿O sí?... Bueno, lo que (creo) que quería decir es que, ese día, mi dulce directora, Selena Millares, me regaló una libreta (lista, Selena...) entelada en violeta con una tarjeta con una mariposa troquelada y una dedicatoria: Para que empieces a escribir tu próximo sueño. Besos.
 
Comencé a escribir en esa libreta el día 1 de diciembre de este año.
 
Y, sin que venga a cuenta ni tenga nada que ver, resulta que llevaba tiempo sin saber nada de Selena. El martes recibí un correo in extremis casi. Parece que la manía de mi servidor de rebotar algunos mensajes se va ampliando... Pero, claro, éste tenía que llegar. Era una invitación:
 
Hoy, 12 de diciembre, Selena ha presentado su poemario Cuadernos de Sassari y... algunos cuadros. Suyos. Como bien ha dicho una de sus presentadoras, Inés Fernández-Ordóñez, como la pintura es la poesía (que es una referencia a Horacio y su famosa Epístola a Pisones...)
 
He hecho fotos de algunos de los cuadros (que me han parecido magníficos). Pero eso queda para la siguiente entrada...
 
Pero tampoco quería decir esto. Quería copiar uno de sus poemas:
          
a veces los ángeles olvidan
que nacieron para volar y jugar a la vida
y luchan a muerte en el desierto
como Jacob en el nombre del padre
y usan cascos de guerra y olvidan
que la sangre es la única bandera
y que es una la sangre, esa misma
que ahora los ciega como un cielo de luto,
como un cielo de sombra y de llanto
a veces, tantas veces,
cuando los ángeles olvidan
 
 
a volte gli angeli dimenticano
che sono nati per volare e giocare alla vita
e lottano a morte nel deserto
come giacobbe nel nome del padre
e usano elmi da guerra e dimenticano
che il sangue è l'unica bandiera
che è uno solo il sangue, quello stesso
che adesso li acceca come un cielo di lutto,
come un cielo d'ombra e di pianto
a volte, tante volte, quando gli angeli dimenticano
 
Selena Millares, «Duelo de Caín y Abel», Cuadernos de Sassari, Messina, Andrea Lippolis editore, 2013
 


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