«La juventud está cansada de comprobar una y otra vez que
los afanes de su vida son incompatibles con los de la vida adulta. Los adultos
se adueñan del día y de la ciudad, ostentan el monopolio del tiempo y del
espacio, y los jóvenes quedan relegados a la periferia de uno y otro. Por eso
han terminado descubriendo que sólo les queda una opción: apartarse, alejarse,
esto es, apropiarse de los lugares solitarios y de las horas intempestivas,
vivir mientras la ciudad duerme. Por eso empezaron a retrasar las horas
domésticas, el sueño, y así decidieron vivir de noche, recogerse al amanecer,
vivir al margen y en los márgenes.»
Gonzalo Hidalgo Bayal, La sed de Sal, Barcelona, Tusquets, 2013
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