jueves, 18 de octubre de 2012

Esta mañana me he emocionado viendo las aulas vacías. Seré irresponsable, vaga, antisistema y batasuna, pero he sentido que todos estamos aprendiendo algo de esta situación.
No sé lo que pensará el ministro de educación, pero creo que, al menos, debería plantearse qué pasa cuando hay un gran número de familias que deciden apoyar una huelga en educación con todos los perjuicios que ello les causa (imposibilidad de dejar a sus hijos con alguien, por ejemplo). Muchos compañeros comentan la importancia de la pérdida de clases y tienen razón. Los alumnos de la pública están perdiendo clases, están dejando de recibir una información que, si la educación fuera integral como tantas veces se nos llena la boca de predicar, ya sabrían dónde buscar. Y es que la educación habría cumplido el objetivo de abrir la curiosidad del alumno hacia el conocimiento.
Reconozco que soy ingenua (habría que recordar, en este punto, el origen etimológico de la palabra: del latín ingenuus: nacido libre, no esclavo), pero tengo la sensación de que nuestros chicos están recibiendo una clase de vida. ¡Por supuesto que muchos de ellos secundan la huelga para fumarse la clase! Todos lo hemos hecho, pero no pueden estar ajenos (característica de la adolescencia: absorben la verdad como el agua una esponja) al germen de rebeldía que se fragua en esta sociedad, que es la suya. El cansancio y el agobio de sus padres, los problemas económicos para conseguir material, sus amistades de la universidad que les informan del precio de las tasas...
Tengo para mí que las enseñanzas, las buenas, las que realmente merecen la pena, las que nos sirven en la vida, tardan tiempo en manifestarse. La enseñanza que los padres han dado hoy (y que los profesores, perdónenme la jactancia, hemos dado en otras ocasiones) no es de las que tienen un resultado inmediato en forma de nota. Pero sé que, algún día, recordarán el momento en que salieron de cierto letargo que les corresponde por edad y que les viene dado por sociedad para abrirse a la posibilidad de lucha.
Y sí, sigo siendo ingenua. A Dios gracias.

3 comentarios:

  1. Es una semilla más para que crezca el árbol de la libertad.

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  2. ¡Ves! y luego dices ¿que no tienes vida? no solo la tienes, sinó que aportas semillas como esta de la libertad y la transmites allá por donde vas. Otra cosa es que tu inteligencia emocional supere a la de la mayoría.
    Epo

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  3. Ni tan libre, ni tan ingenua..., las servidumbres del Ego también son ataduras.
    Pe

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