martes, 24 de julio de 2012

Hace mucho que no hablo de cine. Hace mucho tiempo que no hablo de nada. En el blog, me refiero... Lo cual no significa que no vaya procesando emociones, pensamientos, relaciones... Hay tantas cosas que observar y admirar ahora mismo en la calle que me da un poquinín de vergüenza dedicar el tiempo a escribirlo... Aunque puede que ésta sea sólo una forma de mostrar mi incapacidad para expresar lo que veo, lo que siento... Leer intentando comprender, preguntarse qué es lo que hay que entender (nada, en realidad). Resolviendo la acción.

Bajo a desayunar, compro el periódico y veo a los trabajadores del ambulatorio manifestarse. Me acerco. Una señora (setenta años, aproximadamente) les pregunta por qué salen a la calle. Le explican que muestran su rechazo a los recortes indiscriminados, al copago y a la falta de personal y medios sanitarios. La señora les dice: «Dadme un silbato». Se une. No es la única. Durante el trayecto, se van uniendo vecinos (sobre todo vecinas). Vienen los bomberos, supongo que a valorar un siniestro que hubo el otro día en una cafetería de la calle Embajadores. Al verlos, los trabajadores del ambulatorio empiezan a aplaudir y yo también. Los bomberos saludan con la sirena...

Y esto no es normal. Y sé que no he sabido expresar lo que realmente me pasa y lo que en verdad de la verdad del fondo de mi vida surge con todo esto...

Además, hoy podré ver en pantalla grande (Filmoteca) Ran, de Kurosawa. Ya sé que es conocida por las grandes escenas de las batallas, los extras, las cámaras que utilizó el maestro. Pero a mí me interesan las historias dizque pequeñas que, como diamantes, surgen de la violencia, la alimentan y marcan como objetivo. La soledad, la belleza, la unión por siempre. Esas cosas, ya saben.

 

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