1936, de Luis Cernuda (uno de mis campamentos base cuando asalta la tristeza, la duda y/o la rabia o todo junto, que también puede ser)
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros,
cuando asqueados de la bajeza
humana,
cuando iracundos de la dureza humana:
Este hombre solo, este acto
solo, esta fe sola.
Recuérdalo tú y recuérdalo a otros.
En 1961 y en
ciudad extraña,
más de un cuarto de siglo
después. Trivial la
circunstancia,
forzado tú a pública lectura,
por ella con aquel hombre
conversaste:
Un antiguo soldado
en la Brigada Lincoln.
Veinticinco
años hace, este hombre,
sin conocer tu tierra, para él lejana
y extraña
toda, escogió ir a ella
y en ella, si la ocasión llegaba, decidió apostar su
vida,
juzgando que la causa allá puesta al tablero
entonces, digna
era
de luchar por la fe que su vida llenaba.
Que aquella causa
aparezca perdida,
nada importa;
Que tantos otros, pretendiendo fe en
ella
sólo atendieran a ellos mismos,
importa menos.
Lo que importa y
nos basta es la fe de uno.
Por eso otra vez hoy la causa te
aparece
como en aquellos días:
noble y tan digna de luchar por ella.
Y
su fe, la fe aquella, él la ha mantenido
a través de los años, la
derrota,
cuando todo parece traicionarla.
Mas esa fe, te dices, es lo que
sólo importa.
Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por
que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo
sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la
nobleza humana.
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