miércoles, 26 de enero de 2011

Reflejos en un ojo dorado es una novela que Carson McCullers escribió en 1941. Una historia, como las que he leído de ella, llena de personajes que se expresan a través del silencio y de una gran tortura interior que afecta, de una u otra forma, a toda la comunidad. Parece negativo pero no lo es. La tortura queda (en mi opinión) equilibrada precisamente por el segundo elemento: "afectan a toda la comunidad".  No es individual, es compartida por todos, tal vez de una forma necesaria... Son personajes solitarios que no están solos...Una fuerza -a veces positiva, otras casi satánica- vigila por encima de los frágiles seres humanos que, dominados por alguna "perversión" (o lo que la sociedad pudiera entender como tal), viven al margen pero dentro, ofreciéndose como cauce de las miserias morales de los bienpensantes... 
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John Huston dirigió la versión cinematográfica en 1967. Guión (¡ay!, perdón, guion) de Francis Ford Coppola, entre otros.Y hay que escuchar a Elizabeth Tayler  (Eleonora) escupirle  a Marlon Brando (comandante Penderton -su marido en la película-) que su caballo (el de ella), "Pájaro de fuego", es "un semental"... El mensaje de su desprecio y de su dolor, el tormento de los dramas interiores de cada uno de los personajes y del grupo... El soldado Williams ordenando la tragedia de forma inconsciente, ingenua pero inevitable... 

Los terribles silencios de Marlon Brando son para escuchar de rodillas...
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