97 "Como ya habían dicho los chinos mucho antes", dijo Z., "Gutenberg hizo que las letras fueran móviles y así fijó, paradójicamente, el texto inmóvil. El plomo aseguraba la fidelidad de la transmisión, sólo atenuada por la chapuza y las erratas. Pero, desde la marcha triunfal de la electrónica, de esta fidelidad al texto no ha quedado nada. Ahora, cualquiera puede hacer y deshacer lo que lee a su antojo. La democracia todo lo vuelve líquido. Pronto se hará imposible distinguir, en medio de este oleaje, lo que uno quiso decir o incluso escribir en un primer momento".
H. M. Enzensberger, Reflexiones del señor Z., o migajas que dejaba caer, recogidas por sus oyentes, Barcelona, Anagrama, 2015
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