miércoles, 15 de abril de 2015

32 Sobre la educación, Z. se expresaba con desprecio. Como legítima defensa contra los niños podía tener su justificación, pero su inconveniente era que los adultos se creían más listos que sus hijos. Eso constituía un grave error, en el que sin embargo caían casi todos los padres y profesores de escuela y universidad. A este respecto, se consolaba con una frase de historiador de la ciencia Otto Neugebauer, que al parecer afirmó que no existe ningún sistema pedagógico conocido por la humanidad capaz de malograr el entusiasmo de todos los niños.

38 Z nos aconsejó: "Cuando alguien intente provocarles, respóndanle con la más aplastante de las serenidades. Lo único que pretende el fanfarrón es que contesten a su provocación. Quiere alimentarse de su reacción".

70 "¿A qué se debe que la estupidez sea invencible?", se preguntó Z. "Su génesis es un enigma para la biología evolutiva. Sus efectos devastadores saltan a la vista, pero ¿por qué la selección natural no ha hecho que se extinga, sin tantos males provoca? La única explicación es que también conlleva ventajas para la supervivencia. Hay innumerables situaciones en las que la capacidad de hacerse el tonto resulta de lo más útil. Un ejemplo clásico nos lo ofrece Las aventuras del buen soldado Svejk, la genial novela de Jaroslav Hasek, que demuestra que el límite entre la auténtica estupidez del tonto de remate, de baba o del bote, y una astucia bien disimulada es más difícil de trazar de lo que presuponen los sabelotodos".

73 "Ninguno de nosotros, dijo Z., "es capaz de recordar lo más importante"

115 Las palabras más pequeñas, aseguró Z., son las más importantes. Según él, si era necesario, uno podía arreglárselas sin términos como trifenilfosfina o retroalimentación; sin embargo, sin yo y era imposible salir adelante.

H. M. Enzensberger, Reflexiones del señor Z., o migajas que dejaba caer (traducción de Francesc Rovira) recogidas por sus oyentes, Barcelona, Anagrama, 2015

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